Comunicar el fallecimiento de un ser querido a un niño


Si estás leyendo este artículo puede ser que te interese el tema del duelo infantil, pero también es muy probable que necesites algunas orientaciones rápidas para informar a un niño de la muerte de alguien muy importante para vosotros.
Te recomendamos que te tomes unos minutos para leer nuestras recomendaciones que, aunque breves, pretenden ser de utilidad en la compleja tarea que tienes encomendada…

Hablar de esto con un niño no es fácil ni hay fórmulas universales. La mejor manera de hacerlo dependerá de la edad del niño, ya que ésta determina evolutivamente su concepto de muerte. Cuando se trata de niños muy pequeños, la idea de muerte es difusa y en ocasiones reversible, aspecto que afectará a la gravedad con la que los niños interpreten la noticia, así como a las atribuciones que realice de la pérdida.

En algunos casos, las circunstancias de la muerte hacen que el niño, antes de conocer la noticia, tenga unas expectativas bajas sobre el regreso de su ser querido. Esto facilitará la asimilación de la nueva información. Cuando no es así, algunas veces las personas allegadas han fomentado progresivamente que dichas expectativas no sean muy optimistas, con el fin de que la información de la que dispone el niño esté más cerca de la realidad y sea más fácil de asimilar.
 

¿Quién da la noticia?

El adulto que da una mala noticia es, habitualmente, un familiar o alguien cercano al niño. Muchas veces, y con el mejor deseo de no herir en exceso los sentimientos del pequeño, la noticia del fallecimiento se da tamizada, se diluye o se convierte en información poco comprensible. Si bien es verdad que hay que evitar un impacto emocional innecesario, debemos ser conscientes de que la noticia de la que somos portadores necesariamente dolerá. Es algo que no podemos evitarle. Nuestro objetivo debería ser que, independientemente del dolor, el niño comprenda y asimile la información lo mejor posible y que nuestra intervención le ayude a comenzar un duelo saludable.
 

¿Qué decir? ¿Cómo decirlo?

©Astrapia Psicología 2018Se recomienda buscar un lugar tranquilo e íntimo. También es importante que nos aseguremos de disponer del tiempo suficiente para poder tratar el tema de forma adecuada y atender las necesidades del niño y sus posibles reacciones emocionales.
La comunicación suele comenzar con una introducción sencilla, para después pasar directamente a la explicación de lo ocurrido. Esta explicación debe ser breve, pero con suficiente información como para permitir una comprensión por parte del menor. Debe permitir diálogo, facilitando que el niño tenga oportunidad de preguntar o pedir aclaración sobre la noticia que se le está dando. Esto se consigue haciendo pausas durante el discurso y hablando con ritmo lento.
En general se suele recomendar no usar mentiras y utilizar un discurso adecuado a la edad, con la sinceridad de admitir si no se sabe cómo explicar algo.
Esta misma sinceridad ha de servirnos para transmitir nuestras propias emociones y compartirlas con él. Al fin y al cabo, no somos profesionales sino personas afectadas por el mismo duelo.
Los eufemismos (“es un ángel”, “se ha ido de viaje”) no son buenos compañeros en este tipo de situaciones, y se recomienda sobre todo evitar decir que “está en el cielo”, ya que los niños pueden querer seguirle, o dedicarse a escudriñar el firmamento con el fin de encontrar alguna pista de su familiar perdido. Decirle “que es una estrella” también puede provocar confusión. Si el niño pregunta dónde está o a dónde ha ido, los expertos afirman que es preferible, en un momento dado, decir “no lo sé” o recurrir a las creencias familiares al respecto.

También se recomienda no relacionar la muerte con el sueño (“está durmiendo”), porque esto puede provocar en el niño problemas de sueño o miedo a dormirse, (por si se muere). Si el niño es muy pequeño, por motivos similares tampoco conviene dar detalles muy específicos del motivo del fallecimiento del tipo “se le ha parado el corazón”.
Finalmente, los expertos recomiendan fomentar la expresión de emociones y la validación emocional, ya que ello facilita el duelo compartido y la cohesión de todas las personas afectadas.

 

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